martes, 10 de abril de 2007

El cerebro memoriza el primer amor
en estructuras especiales.
Un estudio de de la Universidad de Duke (EE.UU.), que publica la revista Neuron, concluye que los recuerdos emocionales de, por ejemplo, el primer amor, se recuerdan con especial resonancia porque en ellos se implican estructuras cerebrales diferentes a las de recuerdos normales.
El nuevo estudio proporciona evidencias claras de que el centro cerebral emocional de los seres humanos, la amígdala, interactúa con las regiones cerebrales relacionadas con la memoria durante la formación de los recuerdos emocionales, quizá para dar a estos recuerdos su indeleble resonancia emocional.
Los autores del nuevo trabajo consideran que sus conclusiones pueden contribuir a comprender el rol que juegan los mecanismos neuronales que subyacen en la formación de los recuerdos emocionales en el trastorno de estrés postraumático y la depresión.
En sus experimentos, los investigadores han logrado demostrar la llamada "hipótesis de la modulación", que sostiene que los centros emocional y de memoria del cerebro interactúan durante la formación de los recuerdos emocionales.
Memoria y emoción
Los investigadores han encontrado evidencias de que la interacción entre las regiones emocional y de la memoria en el cerebro se daba más sistemática y consistentemente durante la formación de las memorias emocionales, que durante la formación de las memorias neutrales.
En concreto, los investigadores han observado que las personas que muestran una mayor actividad codificadora en la región emocional del cerebro también registraba mayor actividad en las regiones de la memoria.
Según ellos, es posible que las regiones cerebrales que se activaron más por estímulos emocionales sean las implicadas en el procesamiento semántico del significado de las imágenes, mientras que aquellas que se activa más por estímulos neutrales reflejan el procesamiento perceptual.

UN GRAN MATERIAL EN NUESTRO CEREBRO

LAS NEURONAS ESPEJO

Recientemente, los científicos han hallado que dentro de nuestras cabezas existe un material que seguramente cambiará las teorías del pensamiento más avanzadas que se tenían hasta la fecha.

Ese material misterioso se denomina neuronas espejo, y son ellas las que nos permiten habilidades importantísimas. Por ejemplo, nos dan la posibilidad de intuir las intenciones de otros individuos, así como sentir el dolor de otros, literalmente hablando.

Al parecer, la primera noticia que se tuvo de estas neuronas fue en 1992 en Italia, cuando biólogos de la Universidad de Parma examinaban la masa encefálica de algunos macacos.

Los estudios sobre ellas fueron avanzando, hasta que los especialistas descubrieron que el simple hecho de planear algún movimiento o de observar como éste se lleva a cabo por alguien más, hace que las neuronas espejo se pongan en marcha siempre de la misma manera.

El cerebro humano cuenta también con neuronas espejo y ahora éstas comienzan a explicar muchos enigmas antes sin solución.

Por ejemplo, las neuronas espejo son las que nos permiten comprender las intenciones de otros individuos, lo que es una habilidad social esencial, porque también nos permiten predecir el comportamiento de otros antes de que ocurra.

En otras palabras, estas neuronas son las que nos permiten la interacción social, pues hacen corresponder lo que otros hacen y sienten, con lo que nosotros hacemos y sentimos.

No sólo observamos una acción, también experimentamos lo que sienten los demás al llevarla a cabo, y las neuronas espejo recrean en nosotros mismos la experiencia de los demás.

En términos más coloquiales, son ellas las que nos permiten “ponernos en los zapatos de los demás”, lo que es el fundamento nervioso de la empatía.

Y como te imaginarás, de esa empatía surge toda una gama de experiencias trascendentes para nuestra vida, como la amistad, el amor, la solidaridad, el compañerismo, etcétera.

Las investigaciones hechas indican que estas neuronas se encuentran conectadas con la región que regula las emociones en el cerebro, es decir, el sistema linfático.

Cuando las neuronas espejo de un individuo se ponen en marcha, debido a una situación refleja ocasionada por otro individuo, hacen surgir los sentimientos de empatía.

Actualmente se están realizando más estudios de estos fantásticos elementos que nos permiten convivir con los demás. Muy pronto te daremos más noticias sobre las neuronas espejo.

LAS NEURONAS ESPEJO
La empatía, una capacidad vital en las relaciones humanas, tanto profesional como personalmente, parece estar localizada en un tipo de neuronas cerebrales denominadas neuronas espejo.
Gracias a ellas, igual que sentimos al experimentar algo, podemos saber qué emociones invaden al prójimo cuando le observamos en acción e incluso nos permite adelantarnos a las reacciones que tendrán los demás.
ENDORFINAS Y EFECTO PLACEBO
El solo acto de pensar en que una medicina aliviará el dolor percibido es suficiente para que el cerebro emita sus propios analgésicos naturales, contribuyendo a mitigar las sensaciones dolorosas, según las conclusiones de una investigación.
(Las imágenes muestran la actividad cerebral, arriba con la experimentación del dolor, y abajo con el efecto placebo en marcha.) (Foto: UMHS) Pulse para ampliar El estudio, de la Universidad de Michigan, proporciona la primera prueba directa de que las moléculas cerebrales propias que mitigan el dolor, llamadas endorfinas, participan en el fenómeno conocido como efecto placebo.
Estudios previos en esa universidad y en otros centros, ya demostraron que el cerebro reacciona físicamente cuando una persona recibe un falso tratamiento contra el dolor, que cree le ayudará.
Pero el nuevo estudio es el primero en precisar un mecanismo específico de la química cerebral para el efecto placebo. Puede ayudar a explicar por qué tantas personas dicen mejorar con terapias sin beneficio físico real, y a conducir hacia un mejor uso de la terapia cognitiva o psicológica para personas con dolor crónico.
Los autores pudieron ver que el sistema de endorfinas se activa en áreas cerebrales vinculadas al dolor, y esa actividad aumenta cuando a alguien se le indica que recibe una medicina para aliviar la sensación dolorosa, declarando, efectivamente, sentir menos dolor.
Los descubrimientos se basan en sofisticados escaneos cerebrales de 14 hombres jóvenes sanos que consintieron que los investigadores inyectasen en sus músculos mandibulares una solución salina concentrada que causa dolor. La inyección era administrada mientras escudriñaban su cerebro con un escáner de tomografía por emisión de positrones (PET). Durante el examen, se les dijo que recibirían una medicina (en realidad un placebo) que podría aliviarles.
Cada 15 segundos durante el examen, debían evaluar la intensidad del dolor en una escala de 0 a 100. Los investigadores correlacionaron los promedios de los participantes con sus imágenes PET, lo que reveló la actividad de las endorfinas naturales analgésicas del cerebro.
Los individuos, al creer que recibían un analgésico, lograron tolerar una cantidad mayor de la solución salina concentrada que bajo condiciones normales.
ENTRENA TU CEREBRO
PARA SENTIR MENOS DOLOR
Los científicos han estado trabajando con un grupo de personas sanas para entrenar sus cerebros a sentir menos dolor.
Por medio del uso de un escáner cerebral, o MRI, los médicos y los pacientes pudieron “ver”, en una parte del cerebro, las ondas que indicaban dolor y que aparecian como una llama.
Después que 39 minutos de práctica y cuando los pacientes podían ver “las llamas” en el escáner, fueron capaces de controlar su tamaño y aminorar el dolor. Los ejercicios mentales, tales como pensar acerca de algo más, pareció ayudar.
Los científicos han estado luchando por entender el dolor por mucho tiempo. Esta investigación nueva quizás ayude a mejorar la vida de personas que tienen que vivir con dolor crónico.
LA AMIGDALA CEREBRAL
Según el sitio en que se la estimule, se puede lograr generar conductas de extrema mansedumbre o de gran agresividad.
Es interesante el hecho de que la extirpación quirúrgica de ciertas porciones, en pacientes agresivos que padecían de epilepsia del lóbulo temporal, producía una disminución general de la conducta explosiva y destructiva que los caracterizaba
LOBULOS PREFRONTALES

Son el asiento de las cualidades cognitivas-ejecutivas y éticas del ser humano. Son los que poseen la capacidad de frenar los instintos evolutivos (ya sea disparados por estímulos dolorosos o placenteros), así como de modelarlos, llevándolos de la expresión más primitiva, hacia la más humana.

Genes y sociedad:
Descubren un mecanismo cerebral
responsable de comportamientos sociales
Científicos de los EE.UU. descubrieron que un mecanismo cerebral controlado genéticamente es responsable de comportamientos sociales en humanos, Los resultados fueron publicados on-line ayer en Nature Neuroscience.
El estudio comparó los cerebros de voluntarios sanos con los de otros voluntarios que sufren el sindrome de Williams, una enfermedad que provoca trastornos en el comportamiento social. La comparación sirvió a los investigadores tanto para definir un circuito cerebral para la función social en el cerebro humano sano como para identificar la forma en la que este circuito resulta afectado por los cambios genéticos en el sidrome de Williams.
Sidrome de Williams
El sindrome de Williams es causado por la pérdida de 21 genes en el cromosoma 7.
Las personas que lo sufren son altamente sociales y empáticos, incluso en situaciones que producirían miedo y ansiedad en personas sanas. Los afectados por el sindrome encaran interacciones sociales con impaciencia y a veces de un modo impulsivo; sin embargo, cuando se trata de miedos no sociales como la fobia a las alturas, experimentan marcados aumentos de ansiedad.
Detalles
Los investigadores tomaron imágenes por resonancia magnética del funcionamiento del cerebro (fMRI) para estudiar la amígdala y estructuras relacionadas, que se sospechan responsables de comportamientos de este tipo. Lo hicieron en 13 pacientes con sindrome de Williams pero de inteligencia normal y los compararon con controles sanos.
Resultados
Los neurocientíficos del NIMH encontraron una activación reducida de la amígdala en individuos con el sindrome de Williams cuando les mostraron fotografías de caras amenazantes; no obstante, la activación de dicha zona se hizo más intensa cuando se mostraron escenas peligrosas. Esto indica que la intrepidez en las relaciones sociales puede ser el resultado de la activación deficiente de la amígdala en respuesta a los estímulos sociales.
También fueron anormales las activaciones de ciertas regiones asociadas con la amígdala, en particular el cortex orbitofrontal, lo que sugiere a los autores del informe una via neural genéticamente controlada para la regulación del comportamiento social humano.
EL CENTRO CEREBRAL
DE LAS EMOCIONES
Según un estudio realizado recientemente las personas que padecen autismo tienen un significativo menor número de neuronas en el centro cerebral de las emociones. Este defecto podría explicar el déficit social y de comunicación que muestran este tipo de pacientes.
Ya se había predicho que en las personas autistas la amígdala, que es el centro de las emociones, debería de tener algún tipo de defecto, pero hasta ahora no se había demostrado lo suficientemente bien.
David Amaral de University of California Davis ha dirigido un estudio pos-morten sobre los cerebros de varias personas fallecidas que padecían autismo.
Comparó las similitudes y diferencias entre los cerebros de 9 hombres que padecieron autismo con otros 10 que no padecieron este desorden. Estos sujetos varones murieron por diversas causas que incluían el ahogamiento o accidentes de carretera y tenían edades que iban de los 10 a los 44 años. Lo importante es que ninguno de los 19 padecía epilepsia, trastorno que puede causar por sí solo perdidas neuronales en la amígdala.
En estudios previos se obtuvieron resultados similares pero algunos de los cerebros examinados correspondían a personas que también padecían epilepsia y, por tanto, los resultados estaban enmascarados por este hecho.Los investigadores en este caso han encontrado un número significativo menor de neuronas en las amígdalas de los cerebros que padecieron autismo.
En un caso correspondiente a una persona de 28 años con el desorden esta región del cerebro tenía 8 millones de células nerviosas, cuando en el caso de una persona normal de 27 años era de 14 millones.Esta es la primera vez que bajo el microscopio se hace un estudio detallado cuantitativo de la densidad neuronal en este tipo de personas.
Según algunos investigadores la anormalidad en la amígdala jugaría un papel importante en las dificultades sociales que caracterizan al autismo.
Sin embargo esas anormalidades podrían ser igualmente una consecuencia (y no la causa) de haber tenido una experiencia social reducida, por lo que más estudios son necesarios.
Esto sería sólo el primer paso para clarificar el origen de esta enfermedad, pues de momento no es posible concluir si la ausencia de neuronas en esa región es una causa o una consecuencia.
El autismo afecta principalmente a los varones en una proporción de 1 entre 166. Aún no se saben muy bien las causas de este desorden, pero aquellos que lo padecen tienen déficit sociales y de comunicación que frecuentemente les impide tener una vida normal.