miércoles, 30 de enero de 2008

INTELIGENCIA EMOCIONAL O INTELIGENCIA ESPIRITUAL
Sebastián fue el alumno más brillante del colegio, sacaba las mejores notas y conocía más de todos los temas.Sin embargo, logró un limitado éxito. Fue despedido varias veces por generar conflictos y obstaculizar el trabajo en equipo. Sebastián tenía un alto coeficiente de inteligencia racional, pero le faltaba inteligencia emocional para lograr el “éxito en la vida”.
Hoy numerosos estudios demuestran que la inteligencia racional no es suficiente. Se requiere, además, inteligencia emocional para salir adelante. Según Daniel Goleman, la inteligencia emocional es la capacidad de entender, de tomar conciencia y de manejar nuestras emociones y las de terceras personas. Sin embargo, eso no garantiza la felicidad.
Enrique es el CEO de una importante transnacional. Racionalmente, es muy inteligente, sabe trabajar en equipo, tiene empatía y mucho empuje, es tolerante y seguro de sí mismo.

Sin embargo, no está contento con lo que hace; se siente vacío y que a su vida le falta sentido. Enrique no entiende lo que le pasa porque sabe que tiene todo para sentirse bien: un extraordinario éxito profesional y material.

Aparentemente, Enrique tiene inteligencia racional y emocional pero, quizá, le falte inteligencia espiritual para encontrar una mayor felicidad y sentido a la vida.Hoy, el término inteligencia espiritual empieza a aparecer en los negocios. Gurús como Peter Senge, entre otros, lo mencionan en sus libros.

Prestigiosas universidades americanas ofrecen cursos de pregrado y postgrado de liderazgo y espiritualidad y de inteligencia espiritual.

La inteligencia espiritual es similar a la inteligencia emocional, pero llevada a un plano más profundo. Debemos ser conscientes de nuestras emociones, así como de nuestro espíritu. Además de saber manejar nuestras emociones, debemos manejar nuestro espíritu en nuestra actividad diaria.

Debemos entender y manejar las emociones de terceros, pero entendiendo que todos somos una pequeña parte de un todo. Una esponja húmeda esparce frescura y gotas de agua por doquier.

Pero cuando no se recarga con más agua, pierde su flexibilidad, frescura y atractivo.

Los seres humanos somos como esponjas. Al nacer estamos cargados de nuestra agua espiritual, pero a medida que crecemos la olvidamos y, como la esponja, nos secamos y perdemos nuestra frescura.

Aquellas personas con inteligencia espiritual son conscientes de que son más que cuerpo, mente y emociones. Estas personas permanentemente recargan sus esponjas en el agua del espíritu. Lo hacen orando con devoción, entrando en silencio, practicando Tai-chi, entre otras cosas, o simplemente ayudando al prójimo.Inteligencia espiritual, además, implica traer nuestro espíritu a nuestra actividad en el trabajo

De nada sirve zambullirse en el agua espiritual y llegar al trabajo y ser un energúmeno.

Las personas con inteligencia espiritual incorporan a cada uno de sus actos las cualidades innatas del espíritu: compasión, amor, felicidad y paz. Además, son personas desapegadas, es decir, capaces de vivir en paz al margen de las dificultades. Eso no significa que sean irresponsables; al contrario, al tener mayor tranquilidad toman mejores decisiones.

Finalmente, las personas con inteligencia espiritual entienden y sienten que todos somos parte de un gran todo. Comprenden que hacer daño a otro es también hacerse daño a uno mismo y que ayudar nos da una felicidad profunda.

En el plano espiritual todos estamos conectados.Si las personas tuvieran más inteligencia espiritual se acabarían los conflictos laborales, los problemas interpersonales, la competencia interna. Además, se serviría al cliente no por la función, sino porque le nacería a las personas.

En el mundo se acabaría la pobreza extrema, las guerras y reinaría la paz.El camino de buscar la inteligencia espiritual es largo, poco emocionante, y requiere mucha perseverancia. Pero es un camino que, además de hacernos más felices, nos permitirá ayudar a este mundo a mejorar.

INTELIGENCIA ESPIRITUAL
La inteligencia espiritual no es un monopolio de las religiones, es un patrimonio del hombre.
La inteligencia espiritual relaciona el espíritu y la materia, se ocupa de la trascendencia, de lo sagrado, de los comportamientos virtuosos: perdón, gratitud, humildad y compasión, de comprender que somos parte de un todo con el cual necesitamos estar en contacto.
Algunos lo hacen orando, otros asumiendo su responsabilidad social, practicando las leyes espirituales del amor, paz, felicidad. Son los que mejoran la calidad de sus vidas.
Si el intelecto se olvida de la compañía del espíritu, degrada el medio ambiente, las creencias, la familia; es decir aquello que más importa.
Hoy que la educación descuida la inteligencia espiritual está creando autómatas altamente capacitados. Para que la tecnología se humanice debe congeniar con la fuente.
El espíritu individual y social se nutren, la enfermedad del espíritu se paga, la bancarrota espiritual precede a la quiebra económica.
El quiebre espiritual se produce cuando todo tiene precio pero ya nada tiene valor.
Capital y responsabilidad social, cooperación, dimensión ética, fraternidad, solidaridad, son factores críticos. Si el 80% de la riqueza está en manos del 20% de la gente, hay que apuntar a cómo terminar con esa desigualdad, la injusticia, la pobreza, y la marginalidad.
Prigogine se rebeló con contra la idea de una naturaleza pasiva, sujeta a leyes deterministas y atemporales. Einstein dijo "Dios no juega a los dados", para Prigogine nada es definitivo. Aunque el universo aparece como terminado, existen sin embargo, otros muchos posibles.
El futuro no está escrito, tenemos autoconciencia y la capacidad de crear el porvenir. Con la atención bien dirigida producimos la energía, con la intención la transformamos en lo que deseamos obtener. Cualquier cosa crece o se marchita según cómo se la atiende, así la intención programa su realización. La inteligencia espiritual se fundamenta en principios verdaderos y permanentes y se materializa cuando las buenas ideas se llevan a la práctica.
La fuerza interior espiritual.
Hay que trabajar con uno mismo para que la voluntad llegue más lejos que la inteligencia. Primero encontremos nuestra misión, luego consultemos con ella, sin limitarnos a la mera interpretación sensorial. Mis pensamientos crean mi mundo, me alejaré de lo que hago sin querer, y sembraré la semilla de lo que quiero ser, confiando en mi capacidad, en mis propósitos y superando mis limitaciones.
Coeficientes encadenados.
El CI -coeficiente intelectual- mide la capacidad de resolver problemas, el CE, emocional, la posibilidad de automotivarnos y de motivar, el CES ( coeficiente de inteligencia espiritual) cómo nos relacionamos con el todo y con los principios universales. El CES tiene la fortaleza del porqué, el CI y el CCR ( coeficiente de creatividad) sugieren el qué hacer, la visión. El cómo hacer, implica la disciplina del CEJ - coeficiente de ejecución-, el CE es el Quantum de la pasión. ¿ Cómo convertir espíritu en materia?
Centrada en la misión la inteligencia espiritual orienta a las demás.
Nacemos con un potencial: ante cada estímulo, un espacio de libertad precede a la respuesta, la que mejora percibiendo lo que otros no ven. Si los valores controlan la conducta, los principios controlan sus consecuencias. El coeficiente de inteligencia espiritual suma la integridad de sostener los principios primordiales, el hacer y cumplir con las promesas, el escuchar y seguir la voz de la conciencia.
Para quitar el chaleco de fuerza que traba el potencial humano, se precisan conductores: Claridad en el querer. Compromiso con el trabajo y no con el dinero que sólo compra la satisfacción. Adaptación de la acción al talento y a los objetivos. Operar con sistemas y recursos aptos para cumplir con la misión. Sinergia: el coro armónico con los demás.
¿Debo hacerlo?
es la pregunta que pone en marcha a la inteligencia espiritual. Somos libres para elegir nuestras acciones, lo que no podremos nunca es evitar sus consecuencias