martes, 10 de abril de 2007

ENDORFINAS Y EFECTO PLACEBO
El solo acto de pensar en que una medicina aliviará el dolor percibido es suficiente para que el cerebro emita sus propios analgésicos naturales, contribuyendo a mitigar las sensaciones dolorosas, según las conclusiones de una investigación.
(Las imágenes muestran la actividad cerebral, arriba con la experimentación del dolor, y abajo con el efecto placebo en marcha.) (Foto: UMHS) Pulse para ampliar El estudio, de la Universidad de Michigan, proporciona la primera prueba directa de que las moléculas cerebrales propias que mitigan el dolor, llamadas endorfinas, participan en el fenómeno conocido como efecto placebo.
Estudios previos en esa universidad y en otros centros, ya demostraron que el cerebro reacciona físicamente cuando una persona recibe un falso tratamiento contra el dolor, que cree le ayudará.
Pero el nuevo estudio es el primero en precisar un mecanismo específico de la química cerebral para el efecto placebo. Puede ayudar a explicar por qué tantas personas dicen mejorar con terapias sin beneficio físico real, y a conducir hacia un mejor uso de la terapia cognitiva o psicológica para personas con dolor crónico.
Los autores pudieron ver que el sistema de endorfinas se activa en áreas cerebrales vinculadas al dolor, y esa actividad aumenta cuando a alguien se le indica que recibe una medicina para aliviar la sensación dolorosa, declarando, efectivamente, sentir menos dolor.
Los descubrimientos se basan en sofisticados escaneos cerebrales de 14 hombres jóvenes sanos que consintieron que los investigadores inyectasen en sus músculos mandibulares una solución salina concentrada que causa dolor. La inyección era administrada mientras escudriñaban su cerebro con un escáner de tomografía por emisión de positrones (PET). Durante el examen, se les dijo que recibirían una medicina (en realidad un placebo) que podría aliviarles.
Cada 15 segundos durante el examen, debían evaluar la intensidad del dolor en una escala de 0 a 100. Los investigadores correlacionaron los promedios de los participantes con sus imágenes PET, lo que reveló la actividad de las endorfinas naturales analgésicas del cerebro.
Los individuos, al creer que recibían un analgésico, lograron tolerar una cantidad mayor de la solución salina concentrada que bajo condiciones normales.

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