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PSICONEUROINMUNOLOGIA Naturalmente La risa es la mejor medicina y además es una medicina gratis. Es una medicina que cura tanto las enfermedades físicas, como las del alma. No escatimes risas ni carcajadas. A reír a rienda suelta, que la vida es para pasarla muy bien y contento.
Por lo tanto, la mente dispone de un Igualador y un Diferenciador; ambos funcionan simultáneamente "casi siempre".
Por ejemplo, un niño lactante (aún no tiene diferenciador) elabora en su mente, cadenas de igualdades así:
Abrazo A = madre = alimento = satisfacción = seguridad = sueño.
Emociones y salud
Los distintos estados de ánimo pueden favorecer la enfermedad o bien ayudar a curarse.
Una nueva ciencia, la psiconeuroinmunología, explica cómo aumentar el bienestar explorando las emociones.
Hasta dónde puede llegar el control de la mente sobre el cuerpo?
Es una polémica que no termina y que discurre entre lo evidente y lo increíble.
Cada día se sabe más acerca de cuáles son las actitudes o los hábitos mentales que ayudan a prevenir las enfermedades o a curarlas.
Incluso existe una nueva especialización científica, la psiconeuroinmunología, que investiga los vínculos entre la psique y los sistemas nervioso e inmunitario en relación con la aparición de las enfermedades.
Esta ciencia demuestra que podemos hacer algunas cosas para que la mente participe en el cuidado cotidiano de la salud.
LOS SENTIMIENTOS
ACTUAN SOBRE EL CEREBRO
La relación entre emociones y salud está demostrada científicamente, aunque este conocimiento aún no se ha trasladado a las consultas de los médicos convencionales.
Los expertos en psiconeuroinmunología han comprobado que las emociones influyen sobre el funcionamiento de la hipófisis, la glándula que regula la producción de hormonas.
Han observado, por ejemplo, que las emociones negativas aumentan los niveles en la sangre de las hormonas del estrés que deprimen el sistema inmunitario.
Se sabe incluso que cada sentimiento –tristeza, alegría, enfado o temor– provoca una respuesta química característica en el cerebro.
Antonio Damasio, de la Universidad de Iowa (Estados Unidos), ha demostrado a través de escáneres que la tristeza estimula la ínsula y el tronco cerebrales y desactiva el cíngulo posterior, mientras que la felicidad activa el cíngulo posterior y una zona diferente de la ínsula.
A través del cerebro las emociones desencandenan una serie de reacciones en el cuerpo y con ello favorecen el desarrollo de determinadas enfermedades.
Terapias y técnicas
que potencian las actitudes curativas
A través de la relajación, la respiración y sobre todo del cultivo de determinados estados de ánimo, disciplinas como el yoga o el taichi, las visualizaciones o la oración movilizan las capacidades autocurativas del organismo.
Yoga y taichi.
Los movimientos suaves, pensados para estimular el flujo de la energía vital, la respiración acompasada y especialmente la conciencia serena pero atenta a lo que sucede en el cuerpo y a su alrededor, consiguen que el organismo se acerque a su máximo rendimiento en términos de salud. Un estudio reciente, realizado en la Universidad de California en Los Ángeles (Estados Unidos) ha demostrado que el taichi potencia el sistema inmunitario de manera tan eficaz como una vacuna
Visualizaciones positivas.
El inconsciente utiliza imágenes para comunicarse con la conciencia a través de los sueños, pero también pueden ser utilizadas en sentido inverso: desde la consciencia hacia los estratos más profundos de la mente que gobiernan los procesos fisiológicos involuntarios relacionados con la curación.
La terapia de visualización, que requiere un estado de relajación profunda, se utiliza contra el cáncer, los virus del sida y de la gripe, las adicciones, la fatiga crónica o la bulimia.
Meditación.
Adquirir el hábito de meditar –durante unos minutos, dos veces al día– permite que el cerebro se desconecte del incesante diálogo interior, lo que ayuda a que las zonas que dirigen los procesos fisiológicos autocurativos funcionen con menos obstáculos.
Oración.
Se le atribuyen los mismos efectos que a la meditación, pero tiene peculiaridades que pueden potenciar su efecto.
La oración en un marco religioso –no importa cuál– refuerza el sentimiento de pertenencia a una comunidad y la convicción de que la existencia tiene un sentido dentro de un orden superior. Estas creencias tienen un efecto positivo sobre la inmunidad, que explicaría por qué entre monjes hay menos incidencia de algunas enfermedades.
El Sacha inchi es una de las fuentes vegetales más grandes de Omega, un ácido graso esencial para la vida del ser humano. Contiene Omega 3 (48%), Omega 6 (36%), Omega 9 (9%), proteínas (33%) y antioxidantes (50%). Su consumo le da energía al cerebro, limpia el torrente sanguíneo, y lleva los nutrientes a las células.
Según explicó en una entrevista con La Ventana Indiscreta el doctor Sacha Barrios, especialista en medicina oriental, el Omega 3 y el Omega 6 son las únicas grasas que necesita el cuerpo humano, todas las demás grasas son absolutamente prescindibles.
El Omega 6 se encuentra fácilmente en las pecanas, el maíz, la soya, el algodón, etc., el Omega 3 está en un 5% en el germen de trigo, en un 7% en la soya, en 15% en la semilla de calabaza, y en un 48% en el Sacha inchi, que para Barrios "es la promesa tremenda de nuestro país".
"En la clínica donde trabajo lo usamos ampliamente con excelentes resultados para la diabetes, para el colesterol, para el corazón, para niños con hiperactividad, ayuda a adelgazar, una cucharadita de Omega 3 es la clave para que todo se equilibre porque acelera nuestro ritmo metabólico; el sabor es bastante agradable y lo puedes combinar con el aceite de oliva", explicó.
Además, el Sacha Inchi presenta grandes ventajas sobre la soya, la oleaginosa más grande del mundo, cuyos beneficios son conocidos por todos. José Anaya, asegura que el Sacha inchi "es superior a la soya, en todo". La soya se siembra, se cosecha y hay que volver a sembrar; no llega a más de 20% de aceite en su semilla y su contenido de Omega 3 es del 8%.
El Sacha inchi en cambio se siembra una vez, y pasados ocho meses se puede cosechar cada 10 días por periodos de 15 a 20 años; su semilla contiene aceite en más del 50%, y contiene 48% de Omega 3, además por su composición, la proteína es de mejor calidad y más alta digestibilidad que la soya (84% - 96%).
Por ello, los cuatro procesos que consideramos esenciales, tal como aparecen en la figura 1, son la atención, la memoria, la motivación y la comunicación.
Los trastornos de este tipo se originan y mantienen debido a una causa psicógena.
La base pues de una enfermedad psicosomática y su cura es la relación entre el médico–paciente, su diálogo y cooperación.
Existen seis tipos de factores psicológicos que pueden influir en un estado médico por diagnosticar:
Los trastornos mentales, síntomas psicológicos, rasgos de personalidad o estilos de afrontamiento, conductas desadaptativas relacionadas con la salud, respuestas fisiológicas asociadas al estrés y otros factores no especificados que pueden inducir efectos adversos sobre un tratamiento como factores culturales, etc.
Estos factores pueden afectar significativamente al curso o tratamiento de una condición médica general. Por ejemplo, los síntomas de ansiedad afectan de forma negativa al curso de asma y de la úlcera. O por ejemplo, una persona con alto rasgo de hostilidad presenta un alto riesgo para la cardiopatía isquémica.
Hay que dejar clara una distinción; una condición médica general implica habitualmente que existe una patología orgánica demostrable y esto no debe confundirse con los llamados trastornos somatoformes que se caracterizan por la presencia de factores psicológicos junto con síntomas físicos pero no existe una condición médica general a partir de la cual puedan explicarse completamente estos síntomas físicos.
Quizás hemos oído hablar de un embarazo psicológico o de hipocondría, estos términos se asocian a trastornos psicosomáticos y quizás debemos englobarlos más dentro de los trastornos somatoformes.
Hay que tener en cuenta que los síntomas que sufre una persona bajo este trastorno no son en absoluto fingidos, sus síntomas físicos no se encuentran bajo el control voluntario del sujeto.
La característica común del grupo de los trastornos somatoformes es la presencia de síntomas físicos que sugieren una condición médica general y que no son explicados únicamente por una condición médica, por efectos directos de una sustancia o por otro trastorno mental. Los síntomas causan angustia o deterioro elevado a nivel social, laboral…
En algunos de estos trastornos hay una pérdida real o una alteración del funcionamiento físico, y esto dificulta mucho a la hora de distinguirlo de los problemas que tienen realmente un origen orgánico.
El desencadenante en trastornos somatoformes y en trastornos psicosomáticos es psicológico en ambos y en ambos existen síntomas físicos y eso hace difícil al psicólogo distinguir a priori, pero su diferencia está en que en los trastornos psicosomáticos existe una lesión en el sistema fisiológico correspondiente, en cambio en los trastornos somatoformes no se puede demostrar una patología orgánica o un proceso patofisiológico conocido
La irradiación y la transmisión de información a través de las neuronas sucede gracias a los potenciales eléctricos que recorren la membrana y que obedecen a la propagación de ondas eléctricas que se forman por la salida o entrada, a través de la membrana, de iones de sodio, potasio y cloro que están cargados eléctricamente, con lo cual la célula y sus prolongaciones se comportan como un cable.
Pero todo esto no explica más que el fundamento de la organización nerviosa. El cerebro, dotado de esta maquinaria fisicoquímica de información cuyas propiedades son similares en todos sus sectores, tiene una arquitectura que organiza sus elementos neuronales de manera intrincada y exquisita, bastante distinta en sus partes. Los diferentes tipos de neuronas están organizados sea en cúmulos celulares o en capas.
Los elementos funcionales fundamentales del cerebro son las neuronas, células especializadas en el manejo de la información. Las neuronas tienen como principal característica la excitabilidad.
Camilo José Cela Conde, profesor de Antropología en la Universidad de las Islas Baleares y especialista en el estudio de la mente cuenta al 'elmundo.es' que "el equipo de Damasio logró poner de manifiesto la importancia de la conexión entre el córtex frontal y las zonas profundas del cerebro —como la amígdala— a la hora de tomar las decisiones comunes para cualquier persona que se enfrente a la necesidad de actuar frente a la sociedad".
El neurólogo portugués descubrió que los individuos con daños en la zona prefrontal del cerebro sufren alteraciones en la capacidad para decidir.
"Quienes por razones traumáticas —una operación para extirpar un tumor cerebral, por ejemplo— ven interrumpido ese circuito entre sus neuronas, se convierten en seres asociales pese a que todos los tests psicológicos de inteligencia son incapaces de detectar ninguna insuficiencia.
Por decirlo así, las emociones son el complemento necesario de cualquier juicio", ilustra Cela Conde.
El control de los actos sociales
La línea de investigación sobre el control de los actos sociales se mezcla e interrelaciona con las de la de los juicios morales y toma de decisiones.
Asimismo, la explicación de las conductas violentas y asociales de individuos aparentemente normales es una de las que más impacto mediático ha producido.
Uno de sus estudios, publicado en la revista 'Science', se centró en el cráneo de un especialista en explosivos que a finales del siglo XIX sufrió un accidente que le dañó el lóbulo prefrontal.
Antes del accidente el entendido en detonantes era un joven educado y responsable. Tras el incidente su comportamiento cambió; blasfemaba, mentía a sus amigos sin motivo y descuidaba sus obligaciones y compromisos hasta que los abandonó.
"Surgió así la hipótesis del 'marcador somático', de ámbito tan filosófico como neurológico, a través de la que se explica cómo la racionalidad, por sí sola, es incapaz de conducir hacia conductas aceptables socialmente", concluye el doctor Cela Conde.